El segundo problema es más profundo: la motivación de los wikipedistas tiene una base común con la de los científicos, ambos aspiran a difundir el conocimiento. Sin embargo, mientras los contenidos de una enciclopedia deben estar ya publicados y consensuados en la academia, ésos son justo los asuntos que menos motivan a escribir a un científico, por definición.
Se espera del científico que dedique tiempo de su investigación a explicar resultados ya bien aceptados de otros colegas. Pero antes es necesario que el profesional de la ciencia entienda qué puede ganar él y esa recompensa es la misma que para el resto de los mortales: la certeza de que esa labor va a ayudar a muchas personas; la puesta en perspectiva y la fijación de los propios conocimientos; la enorme ayuda que supone escribir para un público amplio y recibir el feedback (positivo o negativo) de otros wikipedistas.
Superar el reto científico de Wikipedia pasa por ampliar la noción de qué es hacer ciencia, como dice en su blog Michael Nielsen. Si hacer ciencia no sólo es publicar nuevos resultados en revistas especializadas sino también divulgar esos resultados, entonces Wikipedia y la Ciencia se necesitan mutuamente. Y los científicos y sus administradores tenemos que promover, en lugar de desacreditar, la participación en lo que ya es la mayor obra divulgativa que ha existido.