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2009-06-07

Una antigua desecación del Mediterráneo encarece el Túnel del Estrecho

La mayor inundación que conocemos es probablemente la que puso fin a la desecación parcial del Mediterráneo hace 5.3 millones de años, que transformó un enorme desierto a 1500 metros de profundidad en el mar que hoy conocemos.


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Cuando hace unos años los ingenieros del túnel que debía unir Europa y África estudiaron el subsuelo del Estrecho de Gibraltar se encontraron con un problema inesperado: un surco de varios cientos de metros de profundidad, rellenado por sedimentos poco consolidados, atraviesa el estrecho de este a oeste. El túnel debería inevitablemente atravesar estos sedimentos, encareciendo la construcción del túnel muy por encima de lo presupuestable.

Recientemente, un grupo de científicos del CSIC interesados en la evolución geológica del Mediterráneo nos encontramos con los resultados de aquellos estudios. Según unos modelos numéricos (simulaciones por ordenador) que habíamos realizado, la célebre desecación del Mediterráneo que tuvo lugar en el Mesiniense tenía que haber terminado, de acuerdo con aquellos cálculos, con una enorme inundación una vez que las aguas del Atlántico encontraron un camino a través del actual estrecho. Además, los modelos predecían que el enorme flujo de agua que involucró esta inundación produjo una erosión considerable que actualmente debería ser observable bajo las capas de sedimentos del Estrecho y del Mar de Alborán.
Con el afán de encontrar pruebas de esta inundación, nos dirigimos a distintos grupos que conocían en detalle las numerosas secciones verticales del fondo marino (perfiles sísmicos, en el argot) que se han obtenido en los últimos 20 años en la región. En realidad, no hizo falta llegar a ver esos perfiles: la existencia de un importante canal erosivo como el que los ingenieros del túnel descubrieron en el lado oeste del estrecho, era ya bien conocida en el lado oriental, el Mar de Alborán. Pero había sido atribuido a un origen bien distinto a la inundación: durante la desecación del Mediterráneo (la llamada crisis salina del Mesiniense debido a la precipitación masiva de sal en todo el Mediterráneo con acumulaciones de varios kilómetros en algunos lugares de sus zonas más profundas), los ríos que desembocaban en el desaparecido mar excavaron impresionantes gargantas en los deltas donde antes depositaban sus sedimentos. Los geofísicos de los años 90 pensaron que aquel canal erosivo era fruto de uno de esos ríos, pero ahora sabemos que la misma incisión continúa al otro lado del estrecho, donde el nivel del mar se parecía al actual, y que en la zona no hubo tampoco una cuenca hidrográfica tan grande como para encauzar suficiente agua para producir la erosión observada.
El canal erosivo que atraviesa el estrecho tiene unos 500 m de profundidad y hasta 10 km de anchura, y se extiende a lo largo de unos 200 km entre el Golfo de Cádiz y el Mar de Alborán. La sección del surco carece de la forma de V típica de los valles fluviales, mientras que sí tiene la forma de U que caracteriza al canal de inundación por donde circula el agua de un río. Ahora bien, si el surco corresponde con un canal de inundación, imaginándolo lleno de agua descendiendo una pendiente del 2% hacia el fondo del Mediterráneo seco da una idea de la magnitud de aquel evento.
Los cálculos basados en la erosión medida en ríos de montaña confirman que la erosión no fue producida por un río durante la desecación del Mediterráneo, sino por un enorme flujo de agua, unas 1000 veces mayor que cualquier río que conozcamos hoy en día, rellenando de agua el Mediterráneo en sólo un par de años, con velocidades de subida del nivel de hasta 10 m/día.




Noticias relacionadas:
[1] Relanzamiento del proyecto de túnel en el Estrecho (El País).
[2] Problemas en la proyecto del túnel (El País).